Biografía de Santo Toribio de Mogroviejo

Biografía de Santo Toribio de Mogroviejo, nació el 16 de Noviembre de 1538 de Mayorga, España y falleció el 23 de Marzo de 1606 en Zaña, Perú. Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo, mejor conocido como Santo Toribio de Mogroviejo, era un religioso que fungió como misionero católico en la fundación de la iglesia en Perú y tuvo un valorado desempeño como sacerdote en Sudamérica.
Declarado santo por la iglesia católica en 1726. Su fiesta litúrgica se celebra en Perú el 27 de abril. Santo Toribio, administró el sacramento de la confirmación a San Martín de Porres, San Francisco Solano y a Santa Rosa de Lima.

¿Quién fue Santo Toribio de Mogroviejo?

¿Quién fue Santo Toribio de Mogroviejo? Era hijo de Luis de Mogrovejo y Ana de Robledo, los cuales eran miembros de la nobleza. Toribio fue criado con la mejor educación, era muy bien portado y con amplia capacidad intelectual.
Desde los doce años estudió en Valladolid, donde se ganó el aprecio de maestros y compañeros, por todas sus virtudes. Luego de un tiempo, estudió derecho en la Universidad de Salamanca.
El tío de Toribio era Juan de Mogrovejo, quien se desempeñaba como docente en el Colegio Mayor de San Salvador y también en Universidad de Salamanca; pero el rey de Portugal Juan III, le había invitado a que se trasladara a enseñar en la Universidad de Coimbra, donde llevó a su sobrino a trabajar.
Se destaca de su biografía, cuando Santo Toribio de Mogroviejo regresó a Salamanca ya su tío había fallecido, pero este continuó la carrera docente en la Universidad de Salamanca. Como profesor de leyes llegó a ser muy respetado, pues era muy preparado y correcto en su accionar, gracias a esto fue nombrado Gran Inquisidor de España.
Más adelante, Felipe II sugirió el nombre de Mogrovejo para que el Papa Gregorio XIII, lo nombrase arzobispo en Lima. Dicho nombramiento fue hecho en 1579, aún cuando ni siquiera era sacerdote.
El papa le otorgó la autorización para que, mientras no era nombrado sacerdote, pudiera atender algunos casos menores; finalmente fue ordenado en Granada y más adelante recibió en Sevilla la bendición episcopal.
Luego, en 1580 al fin pudo embarcar hacia Lima donde se encontraba designado como arzobispo. Desde 1581, se instaló en su sede episcopal junto a su hermana y cuñado, Francisco Quiñones, quien llegó a ser alcalde y corregidor en Lima.
Pese a que los planes de Felipe, para que Toribio de Mogroviejo fuera arzobispo, residieran en su admiración por el manejo de los asuntos legales, más que los espirituales; llegó a ser muy dedicado en los asuntos religiosos.
A su llegada, en Lima la vida espiritual estaba en crisis; pues los conquistadores eran los primeros en violar las normas, pero los sacerdotes no estaban dispuestos a reprenderlos.
De manera que, su cometido era lograr que cesara el abuso; lo cual intentó poniendo a Cristo por encima de todas las cosas. No obstante, las acciones que tomó, como eran tan estrictas, le hicieron ganar muchos enemigos.

Vida de Santo Toribio de Mogroviejo

La Vida de Santo Toribio de Mogroviejo, es recordado por haber cumplido una esplendida misión espiritual en una región donde no había mucho respeto por la religión y donde faltaba una dirección. Tras su llegada a Sudamérica, los españoles que conocía la fe católica, estaban faltando a las normas, pero había un gran número de personas que no la conocían.
Así que, Santo Toribio de Mogroviejo se dedicó a fortalecer la espiritualidad de la región donde residía, pero también se encargó de acercar a las localidades vecinas. Por ejemplo, logró que los sacerdotes de otras ciudades se reunieran y también que más religiosos se incorporaran a parroquias remotas.
Santo Toribio también consiguió que muchos indios se convirtieran a la fe católica y recorrió todo Lima a pie o en mula en tres oportunidades, cosa que le llevó años hacer. Al mismo tiempo, dictó cursos de buen comportamiento y organizó reuniones con ese fin.
Uno de sus mayores aportes, fue la fundación del primer seminario de América y durante su gestión se duplicó el número de parroquias, que llegó a unas doscientos cincuenta para el momento de su fallecimiento.